(Opinió individual) La revolución autogestionaria

Muchas son la vías que se han propuesto para efectuar una revolución social de cariz izquierdista, entendiéndose por tal aquellas sustentadas en los clásicos tres principios de la libertad, la igualdad social y la fraternidad (excluyendo, por supuesto, el carácter burgués de la Revolución Francesa de 1789, en la medida en que precisamente obstaculiza la igualdad social. No entraré, por lo demás, a valorar el nacionalismo que asimismo ostentó, en la idea de que puede haber nacionalismos inclusivos).

Como digo, los medios ofrecidos son muchos, pero por desventura parecen no ser efectivos y, lo que es peor, justamente asistimos a una revolución en el sentido contrario, donde la igualdad social se desvanece, la libertad se trunca progresivamente y la fraternidad semeja alguna suerte de superstición.

Empezando de más reformista a más revolucionaria, podríamos acaso comenzar por los partidos políticos «de izquierda» y los sindicatos mayoritarios. Basta con mencionar que resulta contradictorio pretender erradicar la injusticia social por métodos de por sí injustos como las votaciones parlamentarias, las aplicaciones de leyes sin consentimiento popular y la gestión del Estado de forma absolutamente despótica, por mencionar algunos ejemplos. Valga lo dicho para descartar los partidos políticos como fuerza revolucionaria, aunque no necesariamente implica ello que no puedan usarse como fuerza «contra-neoliberal».

Siguiendo con los sindicatos, constituye también una paradoja que se pretenda lograr una sociedad donde el trabajo sea libre y cooperario defendiendo a su vez el trabajo esclavizante y competitivo propio del capitalismo. En éste, el trabajador se limita a vender la habilidad por la que se le contrata, conque es el corazón del negocio, pero injustamente ni goza de buena parte de los beneficios ni tiene control sobre la gestión de la empresa, de modo que enriquece a aquél que le somete sólo por su condición de propietario.

De nuevo, tampoco desdeñemos la función de los sindicatos (verdaderos sindicatos, no los que sirven al poder para perpetuarlo), pero sí debemos advertir que se tratan de mecanismos de «acolchonamiento» para los ataques del Estado y las élites capitalistas, no de una fuerza revolucionaria, ya que su lucha se centra en la defensa de los intereses de la clase trabajadora dentro del sistema capitalista.

Las huelgas, manifestaciones, concentraciones, acciones violentas contra la opresión y demás métodos de lucha social serían efectivos de no ser porque carecen del apoyo de una mayoría social. Intrínsecamente, estas vías necesitan de la mayoría, pues de lo contrario no disponen de la fuerza pertinente para la transformación social, ya que el cuerpo de gente conformista, pasiva y colaboracionista contribuye a la continuación de los procesos capitalistas y seudo-democráticos, y su concienciación se hace desesperantemente dificultosa.

Como minoría social, pues, debemos buscar vías revolucionarias que no dependan de las mayorías sociales, estancadas como están en su activa desmotivación (a la cual, a mi modo de ver, hay que estar siempre combatiendo por medio de los métodos mencionados en el parágrafo anterior, por solidaridad). Y en ese sentido, la que creo más plausible radica en la autogestión rural: comunidades asamblearias, autogestionarias y cooperarias. En ellas se concretan los tres valores del inicio: la libertad (formar parte de una asamblea es no someterse ni someter a ninguna decisión particular; también da libertad el hecho de ser autosuficiente y no depender de ni colaborar con otras comunidades o sociedades como la capitalista); igualdad social y fraternidad (se coopera para el bienestar material y emocional de todxs).

Considero necesario concebir esta vía con toda seriedad, y contraponerla especialmente a la okupación urbana, donde por más que, por supuesto, hay cierto alejamiento de la dinámica capitalista, se vive siempre pendiente de los residuos de la misma, con lo que no se revoluciona nada, sino que se parasita. Y aunque es para mí a todas luces mejor parasitar que contribuir con este sistema injusto y despiadado, creo mucho mejor crear, construir una alternativa factible y autónoma.

Salud y anarquía.

3 comentarios en “(Opinió individual) La revolución autogestionaria

  1. asslliuab Autor

    Molt d’acord però considero que els sindicats revolucionaris són totalment vàlids en essència per aconseguir grans objectius.
    El fet pel que van apareixer, el suport mutu, segueix sent igual de necessàri. I un sindicat que només es queda en l’àmbit laboral està condemnat.

    Com tu, crec que estem estancats estrategicament i ens fa falta treballar per trobar noves vies de presió.

    Guillem.

    PD: quan anem a viure als pirieneus? hi ha 1000 pobles buits!

  2. asslliuab Autor

    Varia cosas en desacuerdo. Creo que los sindicatos (revolucionarios) pueden ser una herramienta para acabar con el trabajo asalariado, aunque parezca que lo defiendan. En la medida que haya una acumulación de fuerzas, unidad popular (o como quieras decirle) trazados por la solidaridad, estos tendran la fuerza colectiva suficiente para poder conquistar los medios de producción… y salir de la sociedad de clases. Ese hecho se dio en la Guerra Civil, y contextualizando, podría pasar otra vez en otro tiempo, de otra manera claro pues no vivimos en la misma sociedad. El sindicalismo puede ser una herramienta para articular el cambio.

    El problema de no contar con los demas puede ser que nos acabemos creyendo una vanguardia. Por necesidad, la gente cambiara,¿pero, hacía dónde? Tenemos que potenciar que se creen redes de solidaridad y apoyo mutuo,igualitarias (quizás la mayor contribución del 15M)para que el mayor número de personas sean protagonistas del cambio social. Si no puede aparecer el fascismo en respuesta a la problemática de la gente… Y yo almenos entiendo el anarquismo como un proyecto inclusivo… no soy libre hasta que todos no seamos libres…

    Y el problema de la okupación rural… es que en cierto modo te aislas del problema principal, tu realidad pasa a ser una totalmente diferente y no todo el mundo puede optar por esta opción. Aunque gran parte del mundo se fuera al campo, las desigualdades capitalistas de la Globalización , segurian ahí…

    Una posible solución es combinar y conectar todo tipo de iniciativas, aprendiendo las unas de las otras y sumando fuerzas para las confrontaciones directas, a la vez que ensayamos el mundo que queremos.

    Para acabar, me parece muy interesante la página 3 de este documento:
    http://repoblament.files.wordpress.com/2013/05/desurbarcelona.pdf

  3. asslliuab Autor

    Guillem: Jo no he tret mèrit ni importància als sindicats; només assenyalo que no són revolucionaris.

    PD: Quan vulguis!

    Anónimo: No «parece» que lo defiendan, lo hacen. Es verdad que pueden sumar fuerzas hasta la conquista de los medios de producción, pero entonces su función no será tanto sindical como revolucionaria. A mi parecer ya no se actúa entonces, por definición, como sindicato, sino como organización revolucionaria.

    No entiendo por qué la gente concibe que la okupación rural excluye la lucha social en la ciudad. Vivir en el campo no te impide ir al ateneo, manis, concentraciones, sabotear, concienciar, etc en la ciudad.

    Salud!

    Lucas

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